LA JOYERIA MODERNA

Una de las escuelas que desempeñó un papel decisivo en el desarrollo de la joyería en los años sesenta y setenta, fue la escuela de artes y oficios de  Pforzheim, dirigida por Karl Schollmayer y que contaba con profesores como Klaus Ullrich o Reinhold Reiling que propugnaban la integración de la joyería en las corrientes artísticas contemporáneas y la renovación de técnicas tradicionales. A esta se sumaron posteriormente otras escuelas de Europa, Estados Unidos y Japón.
Entre 1950 y 1970 destacó un grupo de joyeros Escandinavos, en cuyos trabajos predominaba el empleo de piedras, el uso de formas simples, con gran pureza de líneas y las superficies pulidas, especialmente en plata. La firma finlandesa Lapponia Jewelery, con diseños de de Bjorn Weckstorm, fue la pionera en demostrar que un buen diseño no está reñido con la producción industrial ni con un rendimiento económico.
La nueva joyería deja de ser un fenómeno nuevo y excepcional, surgen nuevos artistas de los numerosos departamentos de joyería de las escuelas de arte de todo el mundo, se rompen las diferencias entre distintas escuelas y se forja un estilo cada vez más internacional. Entre 1980 y finales de los noventa, la joyería convencional pierde las connotaciones de ostentación y riqueza y se generaliza el gusto por las joyas de oro y piedras preciosas de diseño sencillo pero elegante.
Posteriormente la joyería de creación se dividió en dos tendencias muy distintas que marcarías el final del siglo y que serían usadas hasta este actual final de 2019. Por un lado la joya de diseño orientada al mundo de la moda y el diseño industrial y que tiene por objetivo complacer la demanda del mercado; por otro, la joyería comprometida en proyectarse a través de los valores universales del arte como forma de expresión personal y que busca una complicidad con el usuario. Esta última es una joyería creada más por el puro placer estético que por intereses comerciales; una joyería que intenta adecuar los valores simbólicos y espirituales, que desde sus orígenes han caracterizado a la joyería, a una sociedad tecnológica que se enfrenta al reto de un nuevo milenio.
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